La preocupación por el rendimiento físico y mental no aparece sólo en el ámbito deportivo, también la encontramos en cualquier trabajo o actividad. Es exactamente lo mismo utilizar un soporte energético para mejorar una marca deportiva, que para trabajar eficazmente durante muchas horas y aguantar (e incluso provocar) el estrés. Por lo tanto, se podría llamar doping a cualquier sustancia, natural o no, que altere la realidad.
En la eficacia de los suplementos dietéticos también hay una parte de efecto placebo, es decir, se suministra una sustancia inocua, a pesar de que el paciente piense que se trata de un producto específico para su problema.
De esta manera también se pueden conseguir efectos positivos y una mejoría en el paciente, causada, sencillamente, por nuestro cambio de actitud ante el problema y la fe que hemos depositado en el producto.
Se trataría, pues, de una reacción psicológica
Creer que algo nos va ayudar hace que así sea. Pero, en realidad, es el propio cuerpo el que regula y arregla las alteraciones fabricando ciertas sustancias naturales.
El problema estriba en que la mayoría de las personas no posee el control mental necesario como para ser capaces de producir dichas sustancias voluntariamente. Por consiguiente, hay que engañar a la mente de alguna forma para llegar a estos estados.
¿Necesitamos suplementos dietéticos?
Si se mantiene una vida ordenada, especialmente en lo que se refiere a alimentación, es realmente difícil padecer algún síndrome carencial de alguna de estas sustancias vitales. En una dieta sana y equilibrada no deben faltar alimentos integrales (cereales), frescos y crudos (frutas y hortalizas) y variados (legumbres, verduras, productos lácteos y frutos secos).
Además, y si es posible, todos estos alimentos deben proceder de cultivo ecológico, es decir, plantaciones donde no se usen productos tóxicos o desequilibradores. No obstante, sí es cierto que en determinadas circunstancias o etapas de la vida, las necesidades vitamínicas de nuestro organismo aumentan.
Estas situaciones se pueden dar, sobre todo, en los siguientes casos:
- En una alimentación desnaturalizada. Cuando la dieta es a base de productos refinados y desvitalizados y pobre en productos naturales, frescos e integrales.
- En las dietas de adelgazamiento artificiales o poco equilibradas. Es conveniente controlar un aporte suficiente de vitamina B2 y ácido fólico.
- Durante la gestación, las necesidades aumentan considerablemente en vitaminas del grupo B, en ácido fólico, magnesio, hierro y calcio. Se intentará aumentar su consumo.
- Hay que prestar especial atención a un suficiente aporte de vitamina A, B6, D, C y ácido fólico. Si la alimentación no se controla bien, no queda más remedio que tomar suplementos dietéticos.
- Durante el crecimiento. Se deben controlar los aportes de vitamina C, D, A y las vitaminas del grupo B, así como de calcio, magnesio y hierro.
- En la vejez. Debido especialmente a las dietas poco variadas, o de riqueza vitamínica escasa, que sigue la gente mayor, es importante una adición suplementaria de vitaminas A, C, del grupo B y vitamina D (si no salen de casa no les da el sol). La necesidad de un suplemento de vitaminas y minerales también se debe a que, a esa edad, la capacidad de absorber los nutrientes vitales de la comida disminuye notablemente.
- Convalecencia, anemia y debilidad. Los suplementos dietéticos aportarán vitalidad y despertarán el apetito. Es importante tomar vitaminas A, C y hierro.
- Situaciones estresantes. Ante situaciones en las que existe una gran tensión nerviosa, las glándulas suprarrenales segregan una mayor cantidad de adrenalina y de otras hormonas que intervienen en estos procesos. Es en estas situaciones cuando se precisa una cierta cantidad de vitamina C, cuyas reservas se agotan pronto ante el estrés continuado.
- Como esta vitamina es muy importante para el buen funcionamiento de nuestras defensas, quienes se ven sometidos a un estado detensión nerviosa continua son más propensas a padecer infecciones que las personas con buenos niveles de vitamina C. También las vitaminas E y del grupo B son importantes en estos casos.
- Azúcar y alimentos azucarados. El azúcar (sacarosa) no aporta ningún tipo de vitamina a nuestro organismo, por el contrario, las absorbe. El azúcar precisa vitaminas (sobre todo vitamina B,) para poder metabolizarse. Como esta vitamina no se almacena en nuestro cuerpo, fácilmente se producen estados deficitarios en quienes se alimentan o toman dulces con frecuencia.
- La toma de estrógenos por parte de la mujer (anovulatorios o píldoras anticonceptivas) repercute negativamente en las disponibilidades del organismo femenino sobre la mayor parte de las vitaminas. Otros fármacos también ejercen un efecto negativo (es decir, se precisa un mayor aporte vitamínico) y son, entre otros, ciertos antibióticos, laxantes, antiespasmódicos, sulfonamidas, sobre todo cuando se toman durante un tiempo prolongado.