Recuperar los kilos perdidos tras la dieta es uno de los problemas que más atemorizan a aquellos que se disponen a dejar un régimen alimenticio.
Pocos expertos en el campo de la dieta y la nutrición estarían en desacuerdo con la afirmación del doctor Albert J. Stunkard sobre este problema: “La mayoría de los obesos no siguen tratamiento alguno. De los que lo siguen, la mayor parte no llega a perder mucho peso, y entre los que sí lo consiguen, casi todos lo recuperan en seguida”.
¿Cómo evitar recuperar los kilos perdidos tras la dieta?
Ante unos pronósticos tan pesimistas, expuestos por un médico reconocido como uno de los más expertos en el tema, parece razonable cuestionar la conveniencia de cualquier programa de pérdida de peso. ¿Funciona realmente algún tipo de dieta? ¿Hay alguna esperanza de bajar de peso y mantenerse permanentemente con unos kilos menos? La respuesta a ambas preguntas es un sí resuelto, aunque matizado.
Todo programa dirigido a una pérdida sistemática de peso tiene que basarse, para ser eficaz, en una idea clara de cómo funciona el cuerpo humano, tanto bajo las circunstancias normales como bajo la tensión adicional física y psicológica impuesta por la dieta.
Deben comprenderse bien tanto los beneficios como los riesgos de la dieta, así como los límites que pueden esperarse razonablemente de ella, si se quiere reducir peso y no volver a ganarlo. Una vez quedan bien claras tales cuestiones, la reducción de peso se convierte en algo que no sólo es posible, sino que también es deseable para todos los obesos, cualquiera que sea su sexo o edad.
Las excepciones —aquellas personas con problemas psíquicos o somáticos, como los tuberculosos y los pacientes de colitis ulcerante crónica— son lo bastante infrecuentes como para que no se les mencione aquí más que de pasada. Tales individuos se encuentran invariablemente bajo cuidados médicos y, cuando resulte adecuada en ellos la pérdida de peso, casi siempre podrá lograrse en forma gradual. Para todos los demás, el verdadero peligro para su bienestar reside en la obesidad, no en la pérdida de peso.
Los peligros de la obesidad forman legión, y muchos de ellos representan auténticas amenazas a la vida del individuo. La principal causa de mortalidad en los Estados Unidos son las enfermedades cardiacas y circulatorias, y tal preponderancia se puede atribuir directamente a la arteriosclerosis o endurecimiento de las arterias.
Al comentar el número de casos fatales de enfermedades cardiovasculares que tienen lugar anualmente en los Estados Unidos, cifra que en la actualidad excede el millón, Jean Mayer, el decano de la dietética en el país, afirmaba: “El aumento del número de enfermedades cardiovasculares ha anulado prácticamente, durante los últimos veinte años, los avances de la medicina y de las ciencias sociales y sanitarias, hasta el punto de que casi ha hecho detener las esperanzas de vida del adulto medio”, pese a que el presupuesto para la salud en los Estados Unidos ha aumentado en los últimos veinte años de 12.000 millones de dólares a 106.000 millones.