Una encuesta estadística realizada entre médicos estableció que nueve de cada diez beben habitualmente café
en un promedio de dos tazas diarias. Pero se sabe que el control norteamericano sobre los efectos del café y de la cafeína llega a permitir cinco tazas (se entiende, a personas sanas, adultos sin enfermedades, especialmente cardiovasculares).
Esta encuesta demostró también que ocho médicos de cada diez aconsejan el café como estimulante a personas adultas sanas. El cuestionario — que estaba dirigido por médicos— incluía también la pregunta de si el médico aconseja el café a sujetos incluso enfermos. Los médicos contestaron que es aconsejable en algunas situaciones patológicas; por ejemplo, en los enfermos de insuficiencia respiratoria sin problemas cardíacos. Naturalmente, en este caso se permite una dosis muy baja de café y sobre todo se recomienda no beberlo fuerte o cargado.
Como se sabe, en el café hay un alcaloide -la cafeína-que curiosamente es bastante similar, por estructura química, al ácido úrico. Sus efectos en el organismo son múltiples, pero influye especialmente en cuatro aparatos: sistema nervioso central, aparato cardiocirculatorio, aparato urinario y aparato respiratorio. Naturalmente, el efecto de la cafeína sobre los cuatro sistemas citados está condicionado por otros factores, como la dosis y la sensibilidad individual y subjetiva al alcaloide.
Beneficios del consumo de café
En lo referente a la dosis, es preciso decir que una tacita de buen café contiene unos 10 centigramos de cafeína.
Una dosis no tóxica tolerable por todos, que los médicos definen como “terapéutica” , ventajosa para el organismo. ¿Para qué órganos? Indudablemente, para el cerebro, en donde la cafeína acelera la transmisión de los impulsos nerviosos. Estimula la imaginación, activa y facilita la asociación de ideas, facilita la percepción de los estímulos sensoriales y vigorizar los procesos de m em orización. Todo esto se traduce en un aumento del trabajo intelectual, con disminución de la sensación de fatiga y, al mismo tiempo, con reforzamiento de la misma actividad muscular.
Sobre el aparato urinario su efecto es benéfico. Quien bebe café orina mejor que quien no lo bebe. Sobre el aparato respiratorio, sobre la actividad de expansión y ventilación de los fuelles pulmonares la cafeína tiene acción estimulante, ya que actúa directamente sobre los centros cerebrales que regulan dicha actividad.
Pero, naturalmente, el efecto que más interesa al lector es el que tiene sobre el corazón: incluso pequeñas dosis de cafeína influyen indudablemente sobre el aparato cardiocirculatorio. Después de una buena taza de café, aumenta notablemente la frecuencia de latidos. Lo que no tiene importancia alguna si el corazón es joven y sano. El hecho de que el músculo cardíaco sano pase de sus regulares 60 a 70 latidos por minuto a los 80 (por minuto) no supone ningún inconveniente para el organismo.
Lo que no es válido si el corazón tiene frecuentes alteraciones de su ritmo -arritmias- por distintas causas físicas.
En ese caso el café estaba excitando lo que tiene necesidad de ser deprimido, atenuado . Lo m ism o sucede con el “nervioso” , el hiperexcitable, el hipersensible, el extrovertido, el ansioso. Todas estas personas no necesitan cafeína, sino fármacos reguladores del sistem a nervioso. En cambio, el nervioso deprimido y melancólico puede lograr con el café un pequeño beneficio.
Para aclarar mejor las ideas, indicaremos que no todos los enfermos del corazón (para algunos de los cuales el café es tam bién fármaco de prescripción médica, ya que activa el miocardio y dilata las coronarias) y no todos los nerviosos deben privarse necesariamente del café.
Dado que las modernas técnicas de descafeinado han logrado buenos resultados, la solución se hace evidente. Se les permite a estos enfermos un “hábito entrañable” para evitarles conflictos.
Lo mismo vale para el infinito número de los insomnes, que pueden recurrir al café, sin cafeína, en especial en la sobremesa. La relación “psicológica” con el café no es menos importante que la orgánica, al punto de que existen pacientes e incluso médicos que afirman que si no toman su café habitual por la noche, ¡no logran dormir!
Que le proporciona una taza de café a nuestro organismo
Veamos ahora qué hay en una taza de café: el contenido de cafeína de una taza de café varía según la mezcla usada, y oscila entre 0,06 y 0,15 gram o para los cafés fuertes; hallamos además huellas de grasas, una parte glucídica del café torrefacto relativamente débil (28 por 100 del conjunto de los compuestos solubles), ácidos orgánicos (acético , pirúvico, oxálico, málico, cítrico, tánico, cafeico, clorogénico), minerales (en 100 gramos de café al 5 por ciento, encontramos 136 miligramos de sales minerales: potasio, 100 miligramos; sodio, 12 mg.; hierro, huellas; calcio, 1,94 mg.; magnesio, 5 mgr; vitamina PP, 1 a 2 mg.; ácido pantoténico, 10 mg.).
En lo referente a la acción de la taza de café en el tubo digestivo, se sabe que estimula una mayor producción de jugos gástricos, en particular ácido clorhídrico en el estómago.
Esta estimulación de la función gástrica, ya sea en lo referente a los movimientos del estómago (peristalsis), o en lo relativo a la secreción de jugo gástrico , no es recomendable a quien sufre de gastritis o úlcera gástrica o duodenal. A estas personas les está prohibido tomar café. Y aunque algunos extienden esta prohibición al deportista, los médicos especialistas en medicina deportiva afirman que el uso del café y de la cafeína a dosis normales no modifica las posibilidades de actuación que tiene todo atleta.
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