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Hábitos alimenticios en los niños

Los hábitos alimenticios en los niños de la actualidad no son los más adecuados, ya hemos visto como se utiliza la comida como moneda de cambio a la hora de premiar actitudes o comportamiento, y en ocasiones también como castigo.

hábitos alimenticios en los niños

Cambiando los hábitos alimenticios en los niños

Existe un variado muestrario de razones para este comportamiento materno. Una de ellas es la facilidad con la que en la actualidad se puede conseguir comidas que los niños acepten con agrado, todas ellas de alto valor calórico y la mayoría con otros valores nutritivos muy bajos.

Otra es puramente social y quizás en Estados Unidos se dé como en ninguna otra parte, pues la sociedad norteamericana es muy heterogénea y está compuesta mayoritariamente por inmigrantes y sus descendientes, entre los que quizás es lógico que el miedo al hambre permanezca muy arraigado en la memoria de los que han ido llegando recientemente al país, mucho después de que haya desaparecido por completo la amenaza de unas cosechas pobres o de una escasez de patatas.

El resultado es que los padres inmigrantes, la mayor parte de ellos delgados desde siempre, engordan tanto como pueden a los hijos. Los pertenecientes a las clases medias en alza, en cambio, animan a sus pequeños a que sigan delgados, reconociendo en la delgadez un símbolo de pertenencia a una clase superior.

¿Quién es, pues, gordo? La respuesta es: los niños. Y hay que recordar siempre que los niños gordos se convierten en adultos gordos. También son gordas las niñas en edad de pubertad, cuyo “esfuerzo de crecimiento” se limita generalmente a engordar, coincidiendo con la misma edad en la que los chicos adolescentes comienzan a añadir una notable cantidad de masa muscular a sus cuerpos delgados.

Antes de la pubertad, las niñas tienen un 15 o 20 por ciento más de grasas en el cuerpo que los chicos; después de esa época, la diferencia aumenta hasta el 20 o 30 por ciento. Esta puede ser en parte la causa de las notables marcas que las muchachas han conseguido en pruebas de natación tan duras como la travesía del gélido Canal de la Mancha; simplemente, están mejor aisladas.