Eminencias del campo de la dietética y la nutrición como Frederick Stare, de Harvard, han calificado el adelgazar con dietas y quimica ni más ni menos que de «la gran charlatanería del siglo veinte». Pese a ello, se han convertido en uno de los grandes negocios del siglo, y toda una nueva rama de médicos se ha dedicado básicamente a recetarlas.
Y recetarlas se utiliza aquí en su sentido estricto, pues muchos de estos «doctores de las grasas» no han hecho más que poner en práctica con sus pacientes el tipo de medicina más primaria, porque les resulta más sencillo recetar pastillas que tener que reconocer casi a diario a sus pacientes obesos.
Dietas y química: píldoras
En general, lo que tales doctores dispensan es una combinación de varios medicamentos, combinación conocida por «el paquete arco iris». (John André adoptó esta técnica cuando lanzó la campaña de «Régimen». «Los médicos saben lo que le conviene decía el anuncio.
Conocen todos los métodos de adelgazar, la manera científica de atacar el exceso de peso. Habitualmente, no se receta una sola medicina, sino toda una combinación de drogas, que constituyen la base de las tabletas “Régimen”…»)
Durante los últimos años se ha discutido a fondo si tal combinación funciona en realidad, y los implicados en estas discusiones no sólo han sido miembros de la sociedad médica, sino miembros del Congreso que han celebrado audiencias abiertas acerca de la industria de las píldoras de adelgazar.
El contenido normal del «paquete arco iris» difiere de un fabricante a otro según su sentido ético, y la dosificación también varía según el médico que la prescribe, pero lo que permanece invariable es la composición química de sus ingredientes fundamentales. Se trata siempre de alguna forma de anfetamina, una droga muy potente que se utilizó por vez primera en la década de 1930 para el tratamiento de ciertos tipos de trastornos psicológicos, en especial la depresión aguda.
Al advertirse que también tenía un efecto anoréxico, los médicos comenzaron a utilizarlo con individuos cuyo estado emocional era estable pero que padecían problemas de exceso de peso. Pronto descubrieron, sin embargo, que las anfetaminas por sí solas producían unos efectos secundarios muy poco deseables en tales pacientes obesos.
Muchos de ellos se mostraban agitados, irritables y muy nerviosos, y algunos llegaban a sufrir ilusiones paranoicas y alucinaciones.