Después de algunos días de tomar polen, comienzan a notarse sus efectos beneficiosos. Se experimenta una sensación de bienestar y de vigor, mejoran las facultades intelectuales, aumenta el apetito en caso de anorexia y aumenta la resistencia a la fatiga. También contribuye a regular la tensión arterial y cualquier trastorno funcional.
El polen puede obtenerse de diferentes maneras. Puede recogerse directamente de las plantas agitando sus flores y haciendo que caiga dentro de un recipiente.
Puede consumirse recién cosechado
Otra posibilidad es utilizar el polen recogido por las abejas, que tienen el instinto para escoger las plantas más idóneas. Este tipo de polen es el que se puede adquirir en las tiendas de dietética.
No hay que extrañarse demasiado si se observan variaciones en su color y sabor. Este hecho no afecta a sus cualidades y se debe a la enorme variedad de plantas que lo suministran, así como al período en que se recolecta.
Puede tomarse al natural, o bien mezclarse con cualquier líquido frío o tibio. Si su sabor desagrada puede combinarse con zumos de fruta, miel, malta, etc.
Como reconstituyente es suficiente tomar una cucharada grande y rasa en ayunas o bien media cucharadita tres veces al día, antes de las comidas. En circunstancias de desgaste físico o intelectual, o en estados de debilitamiento, puede elevarse la dosis a tres cucharaditas diarias. Para niños de 3 a 5 años, media cucharadita al día. Es recomendable tomar polen durante 20 días y descansar 10, repitiendo la misma operación todos los meses.
Consumir el mejor polen
Para escoger el mejor polen, hay que apretar un gránulo entre dos dedos: ha de ser algo arenoso y disolverse con facilidad en la boca.
El polen que no se disuelve, o con una consistencia crujiente, ha perdido gran parte de su valor nutritivo. Su sabor debe ser discretamente dulce, algo áspero y el color de los gránulos muy variado: desde amarillo pálido o anaranjado hasta marrón o, incluso, negro.
La conservación del polen es muy importante para que mantenga todas sus propiedades biológicas. Si se humedece, se echa a perder rápidamente. El polen recién recogido es el de mejor calidad y se calcula que, al cabo de un año, disminuyen hasta un 75 % sus componentes nutritivos.
Por lo tanto, conviene fijarse en la fecha de caducidad del envase o, preferiblemente, en la de recolección, aunque este dato no suele figurar.