Usos cosméticos de la Rosa
Todos sabemos que entre las esencias perfumadas y los ungüentos preciosos que afluían a Roma desde África, Siria, Arabia, la India y el Lejano oriente, la rosa era la que más destacaba.
Los perfumes, como es sabido, nacen más o menos con el hombre, más exactamente con la mujer. Los persas, que los empleaban, según los historiadores, los utilizaban con exceso. Los egipcios también los utilizaban, según nos dice la Biblia. Los fenicios, igualmente, hacían uso y abuso de los perfumes.
Fueron ellos quienes transmitieron a los griegos la moda de las esencias odoríferas, que aparecían en las viviendas acomodadas y, digámoslo, burguesas de la Hélade. Homero nos habla de ello en la Odisea.
Homero conocía, pues, el arte de perfumarse; en particular, dominaba la técnica de la destilación de las rosas. Plinio sostiene que los antiguos pueblos del Egeo sabían mezclar sustancias diversas para obtener una esencia única. Naturalmente, también aquí dominaba la rosa. Que el lector nos excuse por esta digresión sobre los perfumes, digresión que abre precisamente la rosa, reina de todos los perfumes.
Situémonos en Roma: el nacimiento, la muerte, los matrimonios, las ceremonias públicas constituían la ocasión para utilizar perfumes exóticos y delicados. Se utilizaban ungüentos y esencias odoríferas por puro placer, o con fines higiénicos, en diferentes momentos de la jornada y según las circunstancias particulares de la vida social.
En los anfiteatros, en los circos, en las asambleas, la predilección casi morbosa del ciudadano romano del Imperio por los perfumes y los olores era ilimitada, hasta el punto de hacer irrespirable el aire de las salas de reuniones.
Romanos y romanas se perfumaban ¡hasta la nariz! El emperador demente Heliogábalo hizo llenar ciertos estanques de vino perfumado con esencias de rosa. Se sumergía en ellos y bebía de aquel líquido hasta embriagarse por completo…
Características de la Rosa Roja
La rosa roja es la rosa de los cuentos populares. Se trata de una especie de rosal bastante bajo, oriundo de la cuenca mediterránea; brota en los bordes de los campos, en los claros, en las landas. Su perfume es delicioso.
En estado silvestre, se identifica a la rosa roja por sus grandes flores de color púrpura, habitualmente solitarias, en ocasiones agrupadas en parejas; se la reconoce también por sus hojas, de color verde oscuro.
Hay quien afirma que fue traída al Antiguo Continente por los cruzados de Teobaldo de Champagne; otros sostienen que los condes de Champagne contribuyeron solamente a difundirla en la región de Provenza. Recordemos que Persia la exportaba en grandes cantidades.
No tenemos nada más que decir, excepto lo que ya se sabe acerca de sus propiedades medicinales. Sólo podemos añadir que un viejo herbolario del siglo XVIII recomendaba coger estas rosas «antes de que el sol las hubiese besado». ¿Por qué? Porque las sustancias esenciales se concentran por el frescor de la noche.
