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Poder de la alimentación y el consumo de alimentos adecuado

Poder de la alimentación y el consumo de alimentos adecuado

Alguna vez te has preguntado sobre ¿que es el poder calórico de un alimento, la famosa «caloría»?, es una medida de la energía potencial acumulada en el alimento. No resulta casual que se utilice la palabra caloría para referirse a este valor energético, ya que el organismo actúa como una verdadera caldera que, además del trabajo mecánico, produce calor (la temperatura corporal es una muestra de ello); esa caldera es alimentada continuamente por los alimentos. Cada uno de los tres grupos alimentarios posee un poder calórico definido: un gramo de hidratos de carbono genera 4,1 calorías, al igual que un gramo de proteínas. En cambio, un gramo de grasas contienen 9,3 calorías.

Poder de la alimentación y el consumo de alimentos adecuado

Hablemos de la quimioterapia y penicilina

Un alimento escasamente calórico es menos energético que otro medio o hipercalórico. No hay que olvidar, a la hora de calcular calorías, que cada alimento es una composición variada de principios nutritivos. Cuando se realiza una dieta hipocalórica, es decir, baja en calorías, no se debe olvidar la ley de la armonía. En otras palabras, no siempre es útil aplicar las matemáticas para establecer el valor calórico total. Se deben reemplazar alimentos de una calidad determinada por otros de la misma calidad, y estos cambios no deben romper las proporciones mencionadas anteriormente.

Por aquello de que “somos lo que comemos”, tan importante como alimentarse es saber hacerlo correctamente.

Nunca se debe olvidar que la mejor y más efectiva de las dietas es aquella que asegura la salud general.

Comer bien para mantenerse sanos

El gran dietólogo norteamericano Ancle Keys, una autoridad mundial en ciencia nutricional (tiene una cátedra en Minneapolis de enorme prestigio), dice: En la alimentación racional humana no cuenta tanto la cantidad como la calidad de los manjares que se consumen.

Estos deben ser variados, armónicos y fácilmente asimilables, deben aportar un cierto potencial energético calórico y ser adecuados a las diferentes edades de la vida. Keys ha expresado este concepto también en un libro bastante conocido, “Comer bien para mantenerse sanos”.

En resumen, salud es igual a alimentación. Admitiendo que cada persona necesita diariamente un determinado número de calorías para desempeñar su propia actividad, es decir, para el trabajo físico y mental, según la edad y el estado de salud, surge el problema importantísimo de la calidad de los alimentos ingeridos.

Poder de la alimentación y el consumo de alimentos adecuado

Un tirano el tabaco

Un alimento, para estar en regla desde el punto de vista dietético, debe cumplir los siguientes requisitos: estar bien hecho, tener atractivo morfológico y gastronómico (formas), ser perfecto desde el punto de vista higiénico alimenticio, práctico para usar y seguir un cierto gusto del tiempo en que surge.

Desde este último punto de vista, es evidente que helados y congelados eran casi desconocidos por nuestros abuelos, pero hoy en día tienen amplia difusión, consumo y gozan de la aprobación de los expertos nutricionistas.

Para que un alimento sea de buena calidad, es necesario observar atentamente las formas de producción y, además de hacerlo “probar” al gastrónomo, hay que cuidarlo y prepararlo siguiendo las normas higiénicas sanitarias en vigor.

El valor concreto de cada alimento conlleva o implica conceptos de nutrición, económicos (costo de producción y distribución), y conceptos emotivos y sociales. Emotivos, ya que debe hallar la aceptación del usuario en el plano psicológico; sociales, en cuanto permanecen como elementos de sustento masivo (para proteger los niveles de salud), así como intercambios afectivos entre humanos.

Por lo tanto, un buen alimento, cualitativamente imprescindible, debe garantizar la propiedad de lo que declara ofrecer. De ello se deduce que el precio del alimento debe reflejar lo que el mismo vale realmente por sus ingredientes.

Desde el punto de vista económico, recordemos que la alimentación supone un tercio del costo de la vida en la sociedad. El precio, que corresponde al valor real del alimento, se modifica hoy en día por la moda cuando se añade una adjetivación oportunista como, por ejemplo: alimento integral, natural, sin contaminación química, saludable, dietético, contra el colesterol, adelgazante, revitalizante, etcétera. Está claro que si la adjetivación puede garantizar en cierto sentido y como norma la pureza del alimento, no justifica el aumento de precio.

Debería ser obligatoria una etiqueta en la que se señalan detalladamente, en calidad y cantidad, los ingredientes que componen el alimento. En un capítulo apropiado volveremos sobre el problema de la calidad, y en especial, sobre la nutrición con alimentos integrales, no adulterados. Como norma, la regla propuesta por Keys que equivale a mantenernos sanos es inmutable y expresa la esencia misma de la ciencia de la nutrición.

Además de los consejos de este especialista, podemos aceptar también los que propone Shelton, quien realizó la división de los alimentos en clases, según los siguientes conceptos:

Alimentos de alto contenido proteico (carnes, pescados, queso, nueces, legumbres, aceitunas); alimentos de alto contenido en glúcidos, un contenido que se degrada progresivamente: cereales, legumbres secas, patatas, avellanas, calabaza, coliflor, zanahoria, plátanos, dátiles, higos, uvas, ciruelas; alimentos de alto contenido en grasas aceite de oliva, de semillas, de nuez, mantequilla, nata, margarina, carnes y pescados grasos, nueces, panceta.

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Metafísica de la Alimentacion 

Alimentos de contenido ácido (cítricos, granada, piña, tomate, fruta verde -manzana, uva, ciruela, fruta semiácida, higo fresco, pera, albaricoque, manzana, melocotón, ciruela-).

Los alimentos de bajo contenido en azúcar (lechuga, apio, endivia, achicoria, repollo, coles de Bruselas, brócoli, espinaca, nabo, berenjena, judías verdes, pepino, perejil, ruibarbo, berro, acedera, cebolla, ajo, calabacín, cardo, espárrago).

Shelton, basándose en el principio de no mezclar jamás en una comida alimentos de contenido ácido y otros de alto contenido proteico, sugirió una ficha de asociaciones de alimentos, subdividiendo su cuadro con los términos “combinación óptima” y “combinación pésima”. Veámosla.

Leche: no va bien con frutas ácidas, almidones, cereales, pan, patatas, proteínas.

Fruta: buena asociación con proteínas; pésima con leche.

Verduras: buena asociación con grasas y aceites; mala con proteínas, fruta, ácidos, azúcares.

Almidones: buena mezcla con verduras, ensaladas crudas y fruta ácida; mala con leche, almidones, dulces, mantequilla, aceite, panceta.

Nueces: buena mezcla con verduras y ensaladas crudas; mala con leche, almidones, dulces, proteínas, alimentos ácidos, mantequilla, aceite, panceta.

Huevos: buena mezcla con verduras y ensaladas crudas; mala con almidones, dulces, proteínas, alimentos ácidos, mantequilla, aceite, panceta.

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Reconociendo las virtudes de la papa 

Quesos: buena mezcla con frutas ácidas; mala con proteínas, verduras y almidones.

Grasas y aceites (mantequilla, aceite, panceta): buena asociación con verduras; mala con todas las proteínas.

Cereales: bien con verduras y ensalada cruda; mal con frutas, proteínas, dulces, leche.

Legumbres: buena asociación con verduras y ensaladas

 

Algunos especialistas consideran que la tabla de Shelton puede ser muy discutida y presenta contradicciones. De cualquier modo, el autor la elaboró con cierto criterio lógico, incluso a la hora de incluir menús que tratan de mezclar alimentos conciliables entre sí.

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Propiedades del Dátil

Luego, en la práctica, cada persona seguirá sus gustos personales, combinando lo que le gusta.